Defensas y anticuerpos



Los anticuerpos (también conocidos como inmunoglobulinas) son glucoproteínas del tipo gamma globulina. Pueden encontrarse de forma soluble en la sangre o en otros fluidos corporales de los vertebrados, disponiendo de una forma idéntica que actúa como receptor de los linfocitos B y son empleados por el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos.

La síntesis, o elaboración, de los anticuerpos se inicia cuando una sustancia extraña, denominada antígeno, penetra en el organismo. Los linfocitos responden a ella produciendo un anticuerpo con una disposición molecular que encaja con la forma de las moléculas superficiales de la sustancia, lo que permite que el anticuerpo se combine con ella. Los antígenos habituales son los componentes proteicos de bacterias y virus. Estos antígenos pueden penetrar en el organismo en el curso de una infección o introduciéndose de forma deliberada mediante vacunas para estimular la producción de anticuerpos. La unión de los anticuerpos con la superficie de bacterias, virus o toxinas neutraliza y elimina estas sustancias dañinas de cualquiera de estas tres formas (o por combinación de las tres): 1) por inactivación directa, 2) permitiendo que otras células sanguíneas las engloben y destruyan (véase Fagocitosis), y/o 3) debilitando su superficie y haciéndolas vulnerables a la destrucción por otras proteínas sanguíneas (grupo denominado complemento).

Linfocito: grupo especial de glóbulos blancos; son las células de la sangre que intervienen en los mecanismos de defensa y en las reacciones inmunitarias del organismo. Los linfocitos participan en la lucha contra los microorganismos extraños y los tumores. También son responsable del fenómeno del rechazo de los órganos trasplantados. Hay dos grandes categorías de linfocitos: B y T. Los linfocitos B, que representan entre el 10 y el 20% de la población total, circulan en la sangre y se transforman en plasmocitos productores de anticuerpos en caso de infección. Son responsables de la inmunidad humoral. Los linfocitos T se dividen a su vez en dos grupos que desempeñan funciones distintas: los linfocitos T killers (células asesinas o supresoras) son activados por células anormales (tumorales o infectadas por virus); se fijan a estas células y liberan sustancias tóxicas (linfoquinas) para destruirlas. Los linfocitos T helpers (cooperadores) estimulan la actividad de los T killers e intervienen en otros aspectos variados de la reacción inmunitaria. El VIH, virus responsable del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), destruye estas categorías de linfocitos y, por tanto, debilita el sistema inmunológico.

Las cinco clases conocidas de anticuerpos se distinguen por las letras M, G, E, A, y D, precedidas todas por la abreviatura Ig de inmunoglobulina, otra forma de denominar los anticuerpos. La IgM es el primer anticuerpo elaborado por los recién nacidos y el primero que aparece durante una infección. La IgG es el anticuerpo que predomina en el suero, y se produce principalmente cuando hay una segunda exposición a un antígeno. La IgE se asocia con alergias. La IgA se encuentra en la saliva y la leche materna. El papel que desempeña la IgD es desconocido.